lunes, junio 26, 2006

Familia de "Martinín" (Gente d' Oñón)

Feli, (la de Martinín) el Guaje ye Juan, el fiu de Efrén y Goyita Morales, sobre el añu 50

6 comentarios:

Marinina dijo...

¡Qué grandísima alegría y emoción
experimenté cuando, buscando por aquí mis antiguos recuerdos, me en-
contré con la fotografía de Feli
Martinín...mi queridísima e inol-
vidable Feli de mis primeros años de infancia! En aquella casa suya,
tan entrañable y misteriosa para
mí, pasaba yo larguísimas horas de mis infantiles días...Me estoy re-
firiendo a los primeros años de la posguerra, 1939 al 42, desde mis tres años, desde donde parten mis
primeros recuerdos más claros de
mi relación con esta bendita fami-
lia-aunque ellos ya me conocieron
y mimaron desde que nací en aquella
su casa de enfrente-hasta pasados los seis años en que, por estar yo
viviendo en otro barrio nos fuimos
perdiendo en la distancia...Tanto
Feli como Herminia, su hermana, me
trataron con toda dulzura y cari-
ño...y eran, sin duda,después de mi madre, las personas que más he
querido en aquella mi etapa infan-
til.Recuerdo también a su hermano
Benito, sentado pacientemente con
su cara de bondad ante la puerta de su casa...Éste falleció pocos
años después;en casa escuché decir
a mi madre que tenía problemas de
corazón...que ella relacionaba con
las desagradables circunstancias
que hubo de pasar en los recientes
tiempos revueltos que prácticamente
acababa de padecerse en España...
¿Y qué puedo decir de María, la fi-
delísima María, dispuesta, tanto e-
lla como Aurelio,-encargado de todo
lo relacionado con la vacada que
entraba cada tarde en el corral
conducida por él, con el ruido que
hacían sus herradas pezuñas chocan-
do contra el suelo empedrado-?
¿Qué puedo decir de la fidelidad
de esta dos buenísimas personas,
dispuestas hasta dar la vida por
defender a sus amos?
Las revoluciones y las guerras a-
rrastran consigo todos los pecados
capitales...y, disfrazada de justi-
cia, hace especialmente su macabra
aparición la larvada envidia, con-
virtiendo en fieras lo que antes
parecían simplemente unos seres
humanos.
Queridísima Feli...a pesar de mi
éxodo durante tantos años yo no te he olvidado...Tampoco he olvidado
aquella noche de lluvia cuando, ce-
nando a vuestra mesa,-creo que de-
bía quedarme a dormir en vuestra casa porque había muerto mi herma-
no Abelardo y quisieron alejarme
del entorno hasta que pasara todo,-
me eché a llorar porque quería ir-
me a mi casa con mi madre y, como
estaba en zapatillas y llovía, E-
frén, el padre de ese niño que es-
tá en la fotografía, entonces sol-
tero aún, me llevó en brazos hasta
mi casa, que ya era lo que llamaban
el chalet de Arroxio...Creo que no
supieron ellos por qué con tanto a-
premio me quise ir...Al lado de su
casa, pegadito a su jardín, una fa-
milia dolorida velaba el cadáver de su joven hijo, muerto de tétanos
por la caída de una bicicleta sobre
boñicas de ganado...y yo, aún sien-
do tan pequeña, al coincidir con mi
estancia en la casa de los Martinín
esta circunstancia,había estado aquella tarde con alguien de esta
familia en casa del joven falleci-
do, al que ví tendido sobre una
cama, tapado con una especie de tul negro a través del cual se dis-
tinguían sus ojos semicerrados y su rostro que se me antojó, desde
mi pequeña altura cruzado de araña-
zos...Nadie pudo ni imaginar tan
siquiera, la angustia que llevaba
el corazón de aquella niña que, al no poder más, rompió a llorar
desconsoladamente por la noche pi-
diendo que la llevaran a su casa.
Era el primer muerto que veian mis
ojos...creo que se llamaba Luis,
aunque de esto no estoy muy segura
pero sí de que era hermano de Al-
fredo el guardia, conocidísima per-
sona esta en todo el barrio.

Marinina dijo...

Un poco más allá de la casa de los Martinín, por la misma acera de la derecha nos encontrábamos con la casa de Aurora.Tenía unas escaleras
para acceder a ella un tanto origi-
nales según han quedado en mi re-
cuerdo pues, eran extremadamente alargadas y empedradas,parecían da-
tar de tiempos medievales...y subí-
an hasta un huerto en el que, cerca
ya de la entrada a la casa había un
parterre de donde yo probé las pri-
ras uvas y supe que no me gustaban,
por el trabajo de tragarme las pe-
pitas y la piel.
No recuerdo bien si Aurora tenía
marido por aquel entonces, es probable que tenga yo un vago recu-
erdo de que sí...Yo frecuenté muy
poco aquella casa, pero recuerdo muy bien a todos sus hijos que eran
cinco:Argentina, Eloína, Antonio,
Carlos,y la pequeña Rosita, que te-
nía un mal congénito del corazón y
murió muy pronto, siendo niña aún.
Los chicos eran amigos de mi herma-
no Manolito, especialmente Antonio,
que debía tener su misma edad.
Ahora sí creo recordar vagamente
que Aurora tenía marido con una pa-
ta de palo...al menos yo conocí por
aquel entonces un señor así y es muy probable que fuera en esta casa, por donde yo pasé muy fugaz-
mente, aunque conocía mucho a Auro-
ra, por verla con mi madre.
Creo que sucedió en diciembre o
primeros de enero cuando yo cumplí
cinco años, que mi hermano Arsenio
se puso un día muy aventado y ner-
vioso,(padecía serios problemas
mentales)le brillaban los ojos ex-
tremadamente y los mayores decían
qu era por la luna llena que le es-
taba afectando.El caso es que por
la noche, cuando ya estábamos reti-
rados para descansar,de pronto, en-
tró en la casa mi hermano Arsenio,
con un tronco de los que se guar-
daban en el patio, (relacionado con
algo de las minas)y comenzó a en-
vestir la puerta de cristales de
la habitación donde enfrente de es-
ta dormía mi hermano Lito, que te-
nía ll años.Mi madre y mi prima Ma-
ruja, que estaba allí con nosotros,
levantaron el colchón de mi cama y
me taparon debajo,mientras pedían
auxilio por la ventana que daba a
la caleya que tenía enfrente la ca-
sona de Vital Aza.
Mi padre y mis otros hermanos no
estaban en casa todavía,pero pronto
llegó el auxilio necesario de los
vecinos que escucharon los gritos
de socorro... entre ellos, Alfredo
el guardia, al que recuerdo,-cuando
me sacaron al pasillo en brazos de
alguien, para salir de aquella casa
donde vine al mundo,que nunca más
volvería a pisar,-con los brazos en
cruz apoyados en el marco de la puerta de la habitación de Arsenio,
a quien tenían allí reducido,quizá
hasta que llegó mi padre y se re-
solvió como se pudo la situación
del momento, de lo que yo no supe más que se lo habían llevado a O-
viedo, quedando ingresado por un tiempo en el Sanatorio psiquiátrico
de D. Pedro Quirós.
Aquella noche, salimos de la casa
con las ropas de dormir...recuerdo
a mi hermano Lito a recostinas so-
bre la espalda de mi madre...y ya
no recuerdo ninguna otra escena, más,
que pasamos a casa de Aurora, don-
de dormimos aquella noche y creo
que seguimos allí unos días hasta
que fuimos a vivir a donde en ade-
lante y durante unos pocos años,se-
ría nuestro hogar:lo que se cono-
cía por "El chalet de Arrojo."

benito dijo...

Hola Marinina:
No nos conocemos, pero la historia de cuando murió tu hermano me la contó mi padre, que fue el que llevó en brazos hasta tu casa. Creo que se mojó hasta el tuétano y lloró como un nenu. El, Efrén, también sintió mucho la perdida de contacto, pues siempre os tuvo en alta estima a vuestra familia.
Un beso., soy Benito el pequeño de Efren y Goyita

Marinina dijo...

Hola, Benito...¡Qué sorpresa tan agradable y emocionante me produjo encontrarme con tu comentario así, de pronto, cuando por casualidad me dio por repasar alguno de mis escritos sobre tantos recuerdos que llevo en el corazón del lugar donde nací y las gentes que me rodearon y me vieron crecer! Te llamas Benito, igual que el tío de tu padre, hermano de tu abuela Herminia, al que recuerdo sentado paciente y silencioso, con su cara de bondad a la puerta de la casa... Me dio mucha alegría encontrarme con tu escrito cuando no me lo esperaba pues, aunque ya no vivía yo en Mieres cuando tú viniste al mundo, vuelves a traerme el recuerdo de aquella entrañable familia a la que, aún siendo tan pequeña jamás olvidé.
Ellos creo que no supieron aquella noche de marras, por lo que yo llo-
ré y supliqué, para que me llevaran a dormir a mi casa pues no sabía expresar lo que acongojaba y angustiaba mi corazón; sólo me quería ir...y estaba lloviendo a chuzos... y no puedo entender por qué me habían llevado hasta la casa de Feli y Herminia en zapatillas, así es que, Efrén, el que más adelante fue tu padre cargó conmigo y con el paraguas que a él de poco le sirvió, por lo que me cuentas...Yo ya tenía seis años cumplidos en el mes de enero, y era una niña muy desarrollada para mi edad, así es que con mi peso ya tenía bastante. ¡Pobrecillo!...Y todo porque no me mojara los pies...
De cualquier modo, en cuanto a lo que se refiere de quedarme allí a dormir por la muerte de mi hermano Abelardo, el cadáver de éste ya no estaba en casa, pues yo lo había visto pasar quizá el día anterior, desde la ventana de la sala de estar de tu familia...aquella que calentaban en invierno con una confortable estufa con su gran chimenea con salida,- creo recordar, al patio empedrado donde tantas veces ví abrevar a la vacada... Recuerdo que Feli, me puso un lazo negro en el pelo, que llevaba puesto al paso del ataud llevado a hombros por varios hombres, como en aquel tiempo se acostumbraba...y toda la comitiva venía detrás...
Mi hermana Manolita tenía una amiga llamada Goyita...¿no sería ésta tu madre, en aquel entonces quizá novia de tu padre Efrén? En fin, hay cosas que no puedo recordar porque se quedaron fuera de mi entorno más habitual y cercano...si tenemos en cuenta que mis hermanos,-quitando Manolito, que era de seis a siete años mayor que yo,todos pasaban de los veinte años, algunos tal vez ya rondaran los treinta. Abelardo, el recién fallecido del que hablo, tenía veintisiete.
Recuerdo a Marilili, aquella niña de Oviedo, hija de otra Herminia sobrina de tu madre, y su padre Antonio, (?) que tenían en la calle Uría de Oviedo un pequeño hotelito llamado entonces "Fonda Moderna", años más tarde "Hotel Moderno", creo recordar... Me gustaba muchísimo que vinieran a Mieres de vez en cuando pues así, ya tenía yo una niña con quien jugar...Y merendábamos las dos, pan con mantequilla y miel...Marilili era entonces una niñita rubia, fina y blanca de tez, siempre peinada con unos preciosos tirabuzones...Y lo pasábamos bien jugando al "cascallu", y bailando: Estando el Señor don gato, sentadito en su tejado"...En fin...¡cuántos no estarán entre nosotros ya..!poquito a poco a todos se nos va yendo la vida aquí.
Con un fuerte abrazo para tí y los tuyos.

Marinina dijo...

Sobre las hermanas Martinín contaba mi madre que en tiempos pasados, donde estaba la carpintería "El Xarricu" habia habido un baile en el que cantaban en la orquesta, al son de una pieza de vals muy conocido esta letra: "Por favor, por favor, dame un beso y verás, que de las hijas de Martinín, la mejor es Felicidad."Y ciertamente que Feli tuvo que haber sido muy guapa pues, aún a la edad en que yo la conocí aún lo era...cuánto más en su juventud...También me recuerdo cogida de la mano de Feli, camino de la iglesia de San Juan, muy ufana ella con su rosario, su misal o libro de oraciones y su mantilla, quizá para la celebración de alguna novena, o de algún acto de Semana Santa. A mí comenzó muy tempranamente a consolarme estas cosas de la fe y la religión pues, rodeada como estuve por tanta muerte necesitaba yo, aún sin ser consciente de ello, una respuesta al sinsentido de haber nacido para tener que morir...y esto me producía una angustia vital...Feli tenía una tienda de juguetes en La Pasera, en donde también vendía caretas, y sombreritos de papel con los que se disfrazaba la gente al finalizar el año, en la Nochevieja pues, creo recordar que, en aquel tiempo, estaban prohibidos los carnavales, de modo que, no se celebraban esas fiestas...Y las hermanas Martinín, tenían en su casa una careta de bruja que Feli, y quizá también alguna vez Herminia se ponían, junto con una toquilla y un pañuelo negro en la cabeza y disfrazada una de ellas así, de sorpresa, venía hacia mí, asustándome con una voz atiplada y enronquecida, como si de una vieja bruja verdaderamente se tratara...Y yo, inocente de mí, aún sabiendo que era una de ellas queriendo gastarme una broma, en el fondo no acababa de estar plenamente convencida por lo que este hecho me daba mucho miedo...Y esto es, sin duda, lo que se pretendía pues, en aquel tiempo, era muy común la costumbre de meter miedo a los niños con el coco, o el "hombre del saco..." o el "sacamantecas"...en fin, eran otros tiempos...

Marinina dijo...

¿Nadie recuerda ya a los personajes con que nos metían miedo a los críos en aquellos tiempos? Yo recuerdo especialmente a un anciano, con una gran barba blanca y un voluminoso saco a la espalda...que pasaba diariamente por delante de la casa de los Martinín, con el cual Feli y Herminia metían el miedo en mi cuerpo, pues que en éste buen señor, se hacía patente que "el hombre del saco" verdaderamente existía...¡lo tenía allí delante, ante mis propios ojos!...Y aquel enorme saco que llevaba a cuestas, se suponía que iba cargado de críos que iba recogiendo a su paso.
Era conocido en Mieres por el nombre de "Justo Pirulo"...¿Aun queda alguien en aquel entorno que pueda recordarlo?...
Y muchos otros personajes, como "el sacamantecas", con quienes nuestros mayores parecían gozar metiéndonos miedo...